París

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París 1941. Una sopa de cebolla con Maigret.

París 1941. Finales de agosto. El cielo vaticina tormenta. Un calor húmedo y aplastante se apodera de la ciudad, pero Maigret no se ha ido de vacaciones.

A pesar de un anónimo, firmado Picpus, la policía no llega a evitar el homicidio de Marie Picard, una clarividente que ejerce bajo el nombre de Mlle Jeanne,  que es apuñalada en su salón. En el apartamento de la víctima, el comisario Maigret descubre, encerrado en la cocina, un viejo senil y embrutecido, Octave Le Cloaguen, que jura no saber nada sobre el crimen. Maigret lo cree…

“( …) A pesar de la tormenta la noche era càlida, y todas las puertas y ventanas de la gran cervecería del bulevard Clichy estaban abiertas. Los dos hombres estaban sentados entre la sala y la terraza. De un lado, un bullicio cálido y luminoso, el vaivén de los camareros, los grupos animados de comensales; del otro, las mesas desiertas bajo el toldo lleno de agua, dos chicas ante sendos vasos vacíos, la lluvia que seguía cayendo, pero no era ya la tromba de poco antes. La place Blanche y sus anuncios luminosos, después de una zona de sombra en la que se deslizan los taxis por el asfalto mojado, y el reflejo luminoso de las aspas del Moulin-Rouge que giraban incansablemente.

Alternancia de humedad y de ráfagas frescas, de verano que concluye y de otoño parisiense. Los dos hombres acaban de comer su plato de sopa gratinada…”

Georges Simenon escribió este libro, Firmado:Picpus, en Château de Terre-Neuve, Fontenay-le-Comte (Vendée, France), en junio de 1941

Fue publicado por capítulos seriales en el diario « Paris-Soir », desde el 11 de diciembre de 1941 al 21 de enero de 1942 en 34 capítulos, con el título Signé Picpus o La grande colère de Maigret.

El manuscrito de este libro fue vendido en subasta pública, por iniciativa del autor, para ayudar a los prisioneros de guerra.

Soupe à l´oignon gratinée

4 cebollas grandes  cortadas en láminas finas

4 cucharadas de café con leche de mantequilla

2 cucharadas de harina

1 l ( aprox.) de caldo de carne (se puede hacer con caldo concentrado)

150 g de queso gruyere, rallado

4 rebanadas de pan del día anterior, ligeramente tostado

200 ml de vino blanco seco, o 1 copita de vino Madeira (Oporto, Marsala, Pedro Ximenez,…o  similar)

1 cucharadita de café de tomillo

sal y pimienta

En una cazuela alta, con la mantequilla, y a fuego muy lento, rehogar la cebolla hasta que quede dorada. Unos treinta minutos.

Espolvorear por encima la harina, y remover con una cuchara de madera hasta que quede ligeramente tostada.  Agregar el vino. Remover y dejar evaporar unos 2 minutos. Incorporar el caldo (calentado previamente), salpimentar, añadir el tomillo y dejar hervir, cubierto, unos 20 minutos a fuego lento.

Repartir en cuatro recipientes que se puedan introducir en el horno.

Poner una rebanada de pan en cada recipiente, sobre el caldo, y por encima una cuarta parte del queso rallado.

Gratinar unos minutos, y servir.


Dimitrios Makropoulos y un raki

Petros Markaris nos la trajo en su última visita

Siempre me han gustado los libros de espías y las películas de espías. Sorge, el espía del siglo, fue el primer espía que me cautivó. Tenía en la película la cara del actor alemán Thomas Holtzmann (esto lo he sabido después), una cara tan inquietante que todavía, tanto tiempo después, la recuerdo.

Richard Sorge, uno de los últimos espías solitarios fue un espía real. Dimitrios Makropoulos no.

Eric Ambler, cuenta en sus memorias que mientras iba en un tren con destino a Niza garabatea unas notas de lo que sería La mascara de Dimitrios

«primero dibujé el esbozo de un mapa de Europa que me quedó torcido a causa del movimiento del tren . Lo atravesaba una línea todavía más torcida que iba de Estambul a Izmir, y luego a Atenas, a Sofía, a Ginebra, a Belgrado y finalmente  a París. El personaje central sería un criminal llamado quizás Demetrius o Dimitrios».

Más tarde Eric Ambler terminó de madurar su historia en París.

“El hotel era bastante tranquilo y se encontraba cerca de La Coupole, donde la comida era buena, así que me puse a trabajar . Titulé el libro A Coffin for Dimitros.»

 ¡Como no iba a resultar excelente un libro escrito entre digestión y digestión de los platos degustados en la brasserie La Coupole de finales de los años treinta.¡

En aquellos años, Eric Ambler, era un convencido antifascista. La máscara de Dimitrios ( The mask of Dimitrios), es una obra maestra del género de espionaje y de la literatura por encima de cualquier etiqueta. Fue llevada al cine con el mismo título en 1944 por Jean Negulesco.

La Mascara de Dimitrios de Jean Negulesco

Dimitrios Makropoulos, es un malvado genial. Contrabandista, traficante de drogas y armas, espía y asesino; personaje (casi) fantasma al que se alude durante toda la novela.

Estambul, Esmirna, Atenas, Sofía, y finalmente Suiza y París, es el periplo que Latimer, escritor y narrador de la historia, recorrerá. Y nosotros con él. Pero en el camino haremos una parada en un bar de Esmirna.

_ ¿ Quiere beber algo?_ preguntó Latimer.

Los ojos del ruso se abrieron con brusquedad mientras dirigían a su alrededor una mirada de hombre que acaba de recobrar el sentido.

_ Si no le importa _ dijo-. Tomaré raki, por favor; avec de la glace.

El raki se parece al ouzo griego o al pastis marsellés, pero todavía , si cabe, más anisado. Petros Markaris, en su última visita, nos trajo una botella de regalo.

Su hija nos contó que debe tomarse con un poco de agua fría (al gusto) y un cubito de hielo. Así lo hicimos.

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Un día vendrá… Fred Vargas…

 

Fred Vargas y el librero negrocriminal en la Semana Negra de Gijón 2008

Gracias al espléndido Dictionnaire des littératures policières de Claude Mesplède supimos en su día que Frédérique Audoin-Rouzeau, Fred Vargas,  escogió el seudónimo Vargas como un guiño a su hermana.  

Jo Vargas es, pintora.  Cuando comenzó a exponer sus cuadros tomó prestado el apellido a una cierta condesa descalza llamada / María Vargas, interpretada por Ava Gardner Así fue como, a nivel público, las dos hermanas volvieron a compartir apellido.

Fred es dulce y criminal. Fred tiene cara de ángel pero en su interior debe guardar un demonio que le escribe sus poco convencionales libros negrocriminales protagonizados por un policía muy poco convencional: el comisario Adamsberg. El comisario siempre aparece acompañado por toda una galería de ilustres secundarios que Fred cuida con mimo.

Mis dos libros preferidos de la autora, hasta ahora, son Huye rápido, vete lejos y el recién estrenado El ejercito furioso.

En Huye rápido, vete lejos aprendimos, entre otras cosas, que un marino bretón calcula la velocidad de los peatones que fluyen en las mañanas parisinas por la Avenue du Maine en nudos; que cuando va apurado, suele avanzar a tres nudos y medio; que (el marino) no confiaría en las cosas por nada en el mundo, como tampoco confía en los hombres ni en el mar; que embarrancó, como tantos otros bretones antes que él, en el vestíbulo de la estación de Montparnasse, dejando tras él una mujer en fuga y nueve tipos que matar; que Joss (así se llama el marino) se había acostumbrado a vivir solo, a comer solo, a dormir solo y a hablar solo, excepto cuando iba a cenar a veces al bar de Bertin, El Vikingo. Mientras, la muerte negra, la peste, va dejando cadáver tras cadáver en el distrito 18ème de París.

Si van a París, y pasan por el distrito 18,  siempre podrán encontrar alejándose de los circuitos turísticos un pequeño bar de barrio (como El Vikingo de la novela) dónde podrán compartir con los habituales un digno Plat du jour.

Con cada nuevo libro de Fred Vargas recobro el placer de la lectura iniciada en mi niñez  con cada  novela de Agatha Chiristie que llegaba a mis manos. Fred Vargas es para mi la mejor representante, actual y mejorada, de la novela de misterio o de intriga, clásica, aunque sus escenarios trascienden de los salones utilizados por las damas del crimen y suceden en espacios mucho más abiertos.

En la última entrega de la serie El ejercito furioso ( una especie de Santa Compaña  en Normandía) Adambsberg  es una vez más el policía más improbable de la narrativa negrocriminal.

Esta escena sucede en París frente a la comisaría.

_ ¿ Se ocupa también de las palomas? – preguntó la mujer sin ironía_. He visto muchas por aquí. No es muy higiénico.

_Pero ésta no son muchas, es una paloma a secas, una paloma sola. Es la diferencia.

_Claro_dijo la mujer.

(…) -¿Es porque le gustan las palomas?-

Adamsberg levantó hacia ella su mirada vaga.

_ No. Pero no me gustan los hijos de perra que les atan las patas.

Dialogos inteligentes, geniales; escritura elegante, limpia, precisa; nuevos secundarios de lujo; calvados; y una cada vez más madura relación entre los personajes clásicos de la serie:  Adamsberg y sus fieles Veyrenc y Danglard.

La lectura de El ejército furioso es una delicia y  una gozada, pero  en ningún momento nos queda la sensación de tener entre manos un libro banal. Se lo recomiendo

Sobre el comisario Adamsberg y su gastronomía

En París:

(…) Adamsberg llamó a su más antiguo colaborador mientras Zerk servía la cena. Atún con calabacín y tomate, arroz, fruta. Zerk  había pedido quedarse a vivir un tiempo en casa de su padre, y parte del acuerdo era que él se encargaría de la comida por las noches. Un acuerdo llevadero, puesto que a Adamsberg le resultaba prácticamente indiferente lo que comía, capaz como era de engullir eternamente el mismo plato de pasta, al igual que vestía de un modo invariable, con chaqueta y pantalón de algodón negro hiciera el tiempo que hiciera.

En Normandía:

(…) Adamsberg rebañó el plato de la sopa con pan, como hacía Léo, y trajo la fuente de salteado. Ternera con judías, y olor de hoguera.

………………………….

 (…) Léo, he vuelto. Soy el comisario de París. Cenamos juntos una vez. Había sopa y ternera, y luego nos tomamos un calvados delante de la chimenea, con un habano.

bodegón negrocriminal

 

Sobre el calvados

El calvados es una bebida alcohólica de origen normando elaborada a partir del destilado de sidra.

Era una de las bebidas preferidas del comisario Maigret.

Debe envejecer al menos dos años en barriles de roble para estar en su mejor momento y adquirir su peculiar color ámbar.

La cultura normada esta muy ligada a esta bebida, se considera una especie de digestivo. En los banquetes abundantes o festivos se practica el llamado “trou normand” que consiste en beber un vasito de calvados entre plato y plato. Al concluir una comida, también es habitual pedir un tradicional  «café-calva» , servido dentro del café. Una especie de carajillo a la normanda.

Si vais allí, en la barra de un bar no se os ocurra pedir un calvados, dejadlo en un “calva”, mucho más local y familiar. Y si añadís un «s’il vous plaît”  igualmente sabrán que sois de fuera pero en todo caso bien educados.

bodegón negrocriminal, fragmento

El encabezado de este artículo tiene que ver con las ganas que tenemos de que Fred Vargas venga a Negra y Criminal, pruebe el vino de la casa, se ponga la camiseta y le hagamos la fotografía de rigor para ocupar el hueco que hemos reservado para ella en la galería de ilustres autores que han pasado por la librería de la Barceloneta.

Edgard Allan Poe pasea a Charles Auguste Dupin por París

Edgard Allan Poe pasea a  Charles Auguste Dupin por París

Edgar Allan Poe (Boston, Estados Unidos, 19 de enero de 1809 – Baltimore, Estados Unidos, 7 de octubre de 1849)

1841 – The murders in the Rue Morgue. Los crímenes de la calle Morgue.

1842 – The mystery of Marie Roget . El misterio de Maria Rôget

1844 – The purloined letter. La carta robada

La lectura de estos relatos de Poe nos ha situado en pleno siglo XIX .  No es raro pues, que Charles Auguste Dupin, el personaje creado por el escritor americano Edgar Allan Poe y considerado como el primer detective aficionado de la historia de la novela policíaca fuera francés.

Dicen las malas lenguas que el autor americano se inspiró para crearlo en las  Mémorias de François Vidocq , que habían sido publicadas en 1828. Un fascinante  personaje que, después de un pasado delictivo y de ser confidente de la policía, se convirtió en el primer director de la Sûreté Nationale con 12 detectives a su cargo (algunos de ellos habían sido delincuentes como él) al mismo tiempo que ejercía de investigador privado.

Con Poe nos adentramos en la parisina Rue Morgue y en sus espantosos crimenes. La pareja que forman Dupin y su amigo, el narrador del que no conoceremos el nombre, son el embrión de lo que serán posteriores protagonistas de novelas policíacas.  Dupin es culto y brillante,  posee todas las dotes necesarias para ser un buen detective: tiene capacidad analítica; aplica la razón y la ciencia para resolver sus casos y tiene dotes de observación y de deducción fuera de lo común que siempre sorprenden y fascinan al amigo y narrador de sus historias. Un esquema que veremos reproducido y llevado hasta la perfección en el dúo compuesto por Holmes y Watson ( el propio Arthur Conan Doyle cita a Dupin en la primera de las novelas de Holmes, Estudio en escarlata)  e imitado en la pareja formada por Poirot y Hastings.

Poe, en su trilogía criminal, también marcará la línea que seguirán posteriormente los autores del género: mantener el misterio hasta las últimas páginas y, llegados  este punto, explicar los razonamientos a los que ha llegado el detective para encontrar la solución del caso.

¿Qué hace Charles Auguste Dupin el protagonista de las novelas en París?.

Para empezar vive en el 33, rue Dunot -3ème étage, – cerca del  faubourg Saint-Germain. Es soltero. Su unico lujo son los libros. Ama la noche. “ Enamorado de la noche por la noche misma”. Y es en la noche que se dedica a noctambular, más que a deambular,  por las calles de la capital francesa.

Es así, en la noche, como descubre asesinatos como los de la rue Morgue o el de Maria Roget, cuyo cadáver flotaba en el Sena.

¿Pero dónde y qué comía Charles Auguste Dupín ?

 El personaje de Poe vive en el París de la revolución industrial. No lo imaginamos comiendo en su casa. Lo más probable es que frecuente los restaurants que están totalmente de moda en aquellos años regentados por los descendientes de aquellos cocineros de los aristócratas caídos en desgracia tras la Revolución Francesa. Los cocineros que obtuvieron los permisos necesarios para abrir locales donde ganarse la vida con su oficio.  La palabra  restaurant procede del verbo restaurer.  En el siglo dieciocho fue un termino que se usaba para referirse a una especia de caldo reparador y “restaurador” , y  aquellos locales que daban aquel caldo promocional, además de otros platos, se quedaron con el término.

Regresemos al siglo XIX. En  los restaurantes oficiaban los grandes cocineros que antaño estaban al servicio de señores y príncipes, pero a nivel popular existían también los restaurantes más modestos. Los que alimentan cada vez a una mayor clientela. Cada vez hay mayor cantidad de hombres que no comen en casa, ya que en casa no hay quien les prepare la comida. La revolución industrial saca a muchas mujeres de los hogares familiares y por tanto de los fogones. Muchas se ven empujadas a trabajar fuera de casa como mano de obra barata por un mísero salario para contribuir a la economía familiar. Los hábitos están cambiando en las grandes aglomeraciones urbanas.

Dupín se pasea por los nuevos barrios de París. Barrios populares como Montmartre, del que  Simenon , muchos años más tarde diría que era un «village en-dehors de la ville…”.  Un barrio  con tabernas para obreros,- la nueva clase recién estrenada-, para macarras y  prostitutas, artesanos del barrio, algún que otro estudiante y artistas con los bolsillos vacíos. Pero seguro que muchas veces comería acompañado de su amigo el narrador y “pagano», en el primer café literario del mundo donde había que dejarse ver si querías ser alguien en la ciudad de la luz: El café Le Procope. ¿Coincidiría allí con el ya viejo Balzac? 

Dupin es «un caballero de excelente familia, de familia ilustre, pero por una serie de desgraciados sucesos reducido a tal pobreza que la energía de su carácter sucumbió bajo ella, con lo que se apartó del mundo y renunció a recuperar su fortuna”. Pero tiene la suerte de vivir con su amigo mucho “más acomodado que él”.

Su cultura y estatuto social le permite saber que ya no está de moda comer grandes cantidades pero que es un signo de distinción comer alimentos “raros” como las ostras. La buena cocina de aquellos años venía inspirada por el genio de Antoine Carême, el mejor representante de una tipo de cocina que podríamos denominar «de corte»,  que tuvo su  ocaso en los años en que Dupin se paseaba por París.

Total, que más da lo que comiera , lo más seguro es que su buen amigo, el narrador sin nombre, pagaría la cuenta.

Además de los libros del autor, anteriormente citados, aconsejo a los más gastrónomos la lectura de la Fisiología del Gusto de A Brillart-Savarin . Un clásico de la literatura gastronómica. O el delicioso Recuerdos Gastronómicos de Curnonsky, el príncipe de los gastrónomos.

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