“(…) A fin de estirar al máximo el poco de dinero con que contaban, la anciana preparaba cada tres noches tortitas de requesón, una dulce especialidad sajona que en otro tiempo solía volver locos a los niños. Entretanto, se había convertido con demasiada asiduidad en sustituto de la carne, un recurso pensado exclusivamente para saciar, que Amalia miraba con desprecio. La receta era sencilla: patatas cocidas con piel, peladas y ralladas, bien mezcladas con requesón, un huevo y harina, sazonadas con azúcar y canela, uvas pasas y raspadura de piel de limón, y bien doradas en la sartén con mantequilla fundida. Se servían acompañadas de compota de manzana: en definitiva, un plato económico y sabroso que Ellen, Amalia y tal vez incluso Hildergard empezaban a odiar. Ahorrar iba ligado a renuncias, era raro que se sirviera algún bistec en aquella mesa.”
Este fragmento gastronómico es de la última novela publicada de Ingrid Noll, Por la borda.
Ingrid Noll (Shanghai, 1935) es una de las grandes damas de la novela negra europea.
Ingrid Noll es una gamberra.
Es una de las autoras más personales, raras (por poco habituales) e irreverentes que quedan en el panorama literario. Puede gustar o no gustar pero sus novelas nunca dejan indiferente. Ingrid Noll es una escritora de las que crean adicción. Yo la tengo. La llegada a la librería de una nueva novela suya es una buena noticia.
Ingrid Noll es de las pocas autoras (ya no digamos autores) que da visibilidad a las mujeres mayores. Muy mayores. A las “viejas damas indignas”. Les da protagonismo, las hace ser malas sin sentir culpabilidad ni recibir castigo alguno. Además las hace divertirse (leer Benditas viudas).
Ingrid Noll construye unos personajes, aparentemente anodinos y cotidianos, que destacan por su total amoralidad. Personajes que cometen o se topan con actos terribles sin tener el más mínimo sentimiento de culpa. Ninguno se escapa. Ni el que aparentemente parece más inocente.
La trama de Por la borda es la siguiente:
Ellen, una oficinista de mediana edad, divorciada y con problemas para llegar a fin de mes, vive con su madre, Hildegard Tunkel, y su hija Amalia en la vieja casa familiar. Es la menor de cinco hermanos. Un día llega a su puerta un apuesto desconocido, Gerd Dornfeld, quien afirma ser hermanastro suyo, nacido de una relación extramatrimonial de su difunto padre. Se organiza una reunión familiar para conocer al recién llegado y a su esposa, Ortrud, y una prueba de ADN confirma la paternidad del extinto señor Tunkel… pero desvela otro secreto que afecta directamente a Ellen. Más tarde, y para compensar el trastorno ocasionado, Gerd invita a Ellen y a Amalia a acompañarlos a él y a su mujer a un crucero de lujo por el Mediterráneo. Dos semanas de visitas turísticas, baños en la piscina y cenas de gala en alta mar, aunque también habrá mucho más… A veces los sueños adquieren un extraño color cuando casi se hacen realidad,… a pesar de que pueda existir el crimen perfecto.
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