Bares

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Bares de novela negra: El Desperate Measure de John Connolly

“(…) El Desperate Measure era la clase de bar donde la mayoría de la gente no pondría la vista, y mucho menos los pies.

El letrero iluminado que daba a la calle, un trébol verde apenas se distinguía del sucísimo fondo blanco, y las ventanas estaban hechas de pequeños cristales biselados de colores azul y naranja. Era un local adonde los hombres iban a beber y pensar en las palizas que darían a otros hombres, y adonde las mujeres iban también a beber y pensar en las palizas que deseaban dar a algún hombre. La puerta tenía encastrado un pequeño recuadro de vidrio, protegido con barrotes como la torre de homenaje de un castillo, supuestamente para que quienes se hallaban dentro controlaran a todo aquel que solicitara acceso una vez cerrada la puerta. No estaba claro por qué tenían esa necesidad de control: fuera no podía haber nadie más amenazador que la clase de gente que ya se encontraba dentro.

Pese a que aún no eran ni las cuatro de la tarde, la mitad de los taburetes de la barra ya estaban ocupados. Los clientes eran en su mayoría hombres entre cuarenta y sesenta años, sentados solos o de dos en dos. Nadie conversaba. Había un televisor fijado a la pared en un extremo de la barra, resguardado para más seguridad tras un par de barrotes de acero que tapaban parcialmente la pantalla. Estaba sintonizado en un canal de noticias, pero tenía el volumen a cero. Daba la impresión de que en el Desperate Measure la clientela había oído ya todas las malas noticias que quería oír en su vida.”

El Desperate  Measure/John Connolly, Más allá del espejo, 2011

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Jan Julivert y un vermut negro con anchoas

Juan Marsé en Negra y Criminal

Juan Marsé en Negra y Criminal

Un día volveré es para mi la gran novela negra de la Barcelona de los años cincuenta. La Barcelona de unos personajes que tenían la guerra civil todavía adherida a la piel. La piel de los perdedores.

Jan Julivert Mon, el protagonista de la novela de Marsé, es un viejo militante de la guerrilla urbana de la postguerra, ex boxeador y atracador de bancos, que vuelve a su casa después de cumplir una larga condena en las cárceles franquistas. Allí han esperado su regreso una cuñada, y un sobrino que alienta anhelos revanchistas contra las malas lenguas e insolidaridad del vecindario. Desea de su tio un ajuste de cuentas con la vida.

 “(…) Jan Julivert recorrió las estanterías  con la mirada y se detuvo en una vieja fotografía de calendario donde se veía al equipo del Europa F.C., temporada 1946-1947. Se bebió la copa de vermut de una tirada, pidió otra y entonces, por vez primera, le vimos hacer un gesto que se acordaba vagamente a nuestros sueños: llevó su mano izquierda, moviéndola como si estuviera yerta, pero con cierta rapidez, hacia el bolsillo trasero del pantalón, apartando los faldones de la gabardina, para tantear algo con la punta de los dedos, comprobar que aquello, lo que fuese -la cartera probablemente, tal vez un pañuelo, pero no pudimos evitar el pensar otra cosa- seguía estando allí”.

Un día volveré Plaza & Janés 1982

Esta vez no hay receta. Vayan a un bar con mesas de mármol y antiguos calendarios, si todavía lo encuentran, y pídanse un vermut negro con anchoas.

 

Bares de novela negra:El “Bertha’s House” de David Goodis

calles

Los Bares de Goodis (1)

David Goodis (1917 – 1967).

David Goodis dejó de ser pronto un novelista de aquellos a las que las editoriales editan en tapa dura. A partir de 1950 se dedicó a escribir en colecciones de  libros de bolsillo , “pulps”, de aquellos que tienen nula repercusión en los círculos literarios. Bien. En ese momento comenzó lo mejor de su producción literaria.

Novelas repletas de sexo y de violencia; de aquellas en las que habla hasta el límite de la degradación del ser humano. Novelas en las que dio protagonismo a los habitantes de los barrios marginales de las grandes urbes y de sus calles. Los personajes de Goodis nacen condenados.

Fuego en la carne, Disparen sobre el pianista  (que François Truffaut adaptó para la pantalla http://www.youtube.com/watch?v=V0TgGXcr0sU La calle de los perdidos, La víctima, La chica de Cassidy, Descenso a los infiernos , La luna en el arroyo, Senda tenebrosa, Viernes Negro, Calle sin retorno entre muchas otras. Desgraciadamente pocas de ellas podemos encontrar hoy ( ni siquiera mal traducidas) en las librerías.

Imposible hablar de comida después de leer a Goodis pero sí que daremos protagonismo a sus bares.

Este es el primero. Aparece en La calle de los perdidos (Street of the Lost,1952).

  la calle de los perdidos

(…) No se detuvo y pasó ante el “salón de Billares Teddy’s”, y después una casa de pisos, y otra, y otro callejón y, por último, ante el edificio de madera de dos pisos, que, aunque no tenía ningún letrero en el exterior, era un establecimiento comercial conocido como “Bertha’s House”.

Allí compraban y vendían dinamita embotellada que obraba con mucha más rapidez que la ginebra de la cervecería, el vino y el whisky. En las mesas se jugaba al Blackjack y al poker durante toda la noche. Si deseaban comer algo, Bertha cocinaba para ellos. Si habían ido acompañados de una chica que deseaban llevarse al piso de arriba, Bertha tenía siempre una habitación preparada. Pero eso de las chicas era algo  que nunca suministraba por sí misma. Tenía a gala su reclamo de que “este antro no es una casa de gatitas”.

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