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Autores, Willy Uribe

Gula tatuada. Andanzas de «Gordo» Larsson. Antecedentes

 

Antecedentes

A mediados del siglo XXI, tal y como anunciaron los profetas, España se rompió. Las cosas se alteraron de tal modo, hubo tales volteos y tan seguidos, que al final resultó lo de siempre, pero esa vez con más hambre y sin semáforos. Un país sin electricidad es posible, dando por descontado que los hábitos se endurecen y la cerveza fría pasa a ser un artículo de lujo. Sin embargo, por extraño que pueda parecer, no hubo batallas, ni paredones ni cunetas. Si bien es cierto que unos treinta y cinco millones de personas murieron de hambre, sed,  frío o calor, hay que decir que lo hicieron en la quietud de sus hogares, por lo que cabe afirmar que la ruptura fue pacífica. El país, sencillamente, se pudrió. Y a Portugal le sucedió otro tanto. La Unión Europea, con Francia y Alemania a la cabeza, retomó el proyecto Lepén y construyó el canal Pyrénées, dejando a Iberia del modo en que siempre la habían visto: como una isla. El término lazareto no tardó en ser rescatado.

En el interior de esa ínsula, o gueto, cada cual trató de salvar su pellejo. Como es normal en sociedades ignorantes y atrasadas, se vivió un resurgir del género épico. Las historias heroicas brotaron y se esparcieron. Todas ellas, pese a sus múltiples estilos, tenían un común denominador: la búsqueda del sustento. De entre aquellos héroes ibéricos de la segunda mitad del siglo XXI, hubo uno que destacó por lo peculiar de sus objetivos. Se llamaba Larsson Gómez. Tenía unos setenta años, medía metro y medio y lucía una cabeza dura como el granito. Le gustaba comer, más aún cocinar. De físico era casi un gorrión, pero la gula la llevaba tatuada. Por eso le llamaban Gordo.

Sobrevivía en La Bola, una barriada de la ciudad de Gil Mateos, forúnculo urbanístico que brotó al oeste de la antigua comunidad  autónoma de Madrid a comienzos de los años veinte, una vez superado de falsete el Crash Negro de 2010.

Estas crónicas que ahora reproducimos, compiladas en 2118 por Guillén Dewu, monje anarquista del Comunato de Oña (Castilla La Vieja), son algunas de las historias que protagonizó a finales del siglo XXI Larsson Gómez, más conocido como Gordo, un hombre empeñado en la búsqueda del placer a través del paladar.

Mañana jueves,  primer capítulo : Querencia de pichones a la brasa crepandine.

 

 

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